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Aparentemente sin agua, pero con mucha vida. El desierto es un lugar único, donde uno puede sentirse inmenso. Un horizonte que da luz a uno mismo.
Desde el asfalto, nos encontramos frente a una ruta de unas 3 horas en 4x4 o, unos 3 días en dromedario, para llegar a las dunas de Erg Chigaga. El camino, como siempre en la vida, es lo más bonito, para llegar al objetivo. Un camino repleto de nuevos paisajes, pozos en medio de la nada, algún oasis, piedras, fósiles …
Una vez llegamos al campamento, al Erg Chigaga, el corazón nos va más despacio, adaptándose al ritmo de las dunas. No hay relojes, no hay tiempo, solamente sentimos. En el campamento, un entorno con varias haimas, rodeadas de una más grande que se convierte en salón, comedor y un baño/aseo compartido. Allí nos esperan los habitantes del campamento ofreciéndonos un te en forma de bienvenida.
En cualquier hora del día el mar de dunas se convierten en algo especial; el amanecer, la puesta de sol, el cielo estrellado en la noche... La música, que nunca falta en la cultura marroquí, alrededor de una hoguera en las noches de frío. Y los mejores amigos de los nómadas; los dromedarios, quienes siempre les acompañan en sus rutas.
No te pierdas la oportunidad de conocer este magnífico lugar del mundo. ¡No dejes que te lo cuenten, vívelo! ¡Ven al desierto!