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El Lawsonia Inermis, es un arbusto de unos dos metros de altura, de flores pequeñas, blancas y olorosas. Sus hojas se cosechan, se secan al aire libre y se pulverizan. Este polvo recibe el nombre de alheña o henna (que es el nombre árabe del arbusto Lawsonia Inermis).
Del polvo de la henna, mezclado con agua o zumo de limón, se hace una pasta y se aplica a la piel (haciendo tatuajes temporales) o en el pelo (como tinte natural para sanar el cabello).
La henna tiene tres funciones que se complementan entre sí: espirituales, estéticas y medicinales.
Ante todo es importante saber que el color natural que desprende la henna es rojizo. Aquí nos ceñiremos a hablar de henna 100% natural. No podemos olvidar que hay hennas adulteradas, de colores (sobretodo negra, que es la más común) con productos químicos, por lo que puede haber reacciones alérgicas y no son nada recomendables.
Los tatuajes de henna son un símbolo de belleza femenina. En su función espiritual significa protección y purificación. En las ceremonias se utiliza como amuleto de la suerte. Tiene un gran poder antiséptico, astringente y curativo. La henna se utiliza también sobre la piel para suavizar contusiones e irritaciones.
La henna para el pelo es un tinte natural. No lo daña y tiene grandes beneficios, entre ellos que el pelo se nutre y se hidrata (cosa que hace que se vea más brillante), reduce la producción de caspa y crece más rápido. Cuando se aplica en el cabello hay que tener en cuenta que no haya tintes químicos anteriores. Puede utilizarse para cualquier tipo de cabello.
El color que queda al aplicarse la henna 100% natural, ya sea sobre la piel o sobre el cabello, es rojizo – anaranjado, dependiendo el color del pelo natural.